Cómo el alcohol embota los sentidos
Estás en un bar ruidoso. Al principio, tu bebida sabe bien, pero pronto piensas: "¡Apenas puedo saborear el alcohol!". Al principio el ruido era abrumador, pero después de unos tragos apenas se nota el volumen. La multitud es densa y es difícil seguirles la pista a todos: te cuesta concentrarte en la persona que tienes delante. Al ir al baño, te topas con la gente pero apenas sientes el contacto. En el interior resulta extraño que apenas se perciba el desagradable olor del baño.
El alcohol afecta significativamente nuestros sentidos. Cada bebida reduce la riqueza de nuestra experiencia sensorial. Exploremos cómo el alcohol afecta cada uno de los cinco sentidos.
La ciencia detrás de los sentidos y el alcohol
Cuando el alcohol ingresa al cuerpo, inmediatamente ataca el sistema nervioso central, el centro de mando de los pensamientos, sentimientos y acciones. Altera la neuroquímica, el equilibrio de las sustancias químicas del cerebro que regulan los procesos corporales. Esta perturbación produce diversos efectos.
Normalmente, los impulsos nerviosos viajan rápidamente. Por ejemplo, ver un lindo animal provoca una sonrisa. Esto implica que áreas del cerebro liberen dopamina (que crea felicidad) y acetilcolina (que estimula los nervios faciales), todo en una fracción de segundo.
Como depresor del sistema nervioso central, el alcohol ralentiza todo este proceso, embotando los sentidos y los reflejos mientras todo funciona en cámara lenta.
Un viaje al cerebro
El alcohol estimula la liberación de dopamina, vinculada al sistema de recompensa del cerebro. Esto refuerza las conductas y fomenta la repetición, un concepto conocido como condicionamiento clásico. El experimento con perros de Ivan Pavlov, en el que las campanas activaban expectativas de comida, ilustra esto. De manera similar, oler galletas o escuchar una canción puede evocar recuerdos o hambre debido al reconocimiento de patrones.
Nuestros sentidos nos conectan con el mundo, pero el alcohol interfiere al ralentizar el procesamiento de la información sensorial. Examinemos cómo esta desaceleración afecta cada sentido.
Gusto
El gusto es el primer sentido afectado, ya que el alcohol entra por la boca, contactando directamente con la lengua. Esto ralentiza los nervios que envían señales gustativas al cerebro. Los primeros sorbos pueden tener mejor sabor, pero los sabores se vuelven más apagados con más bebidas.
Los nervios clave, como el glosofaríngeo y el vago, transmiten el gusto y el alcohol los deteriora rápidamente. Cuando el alcohol ingresa al torrente sanguíneo, la liberación de dopamina crea una asociación entre el sabor del alcohol y sus efectos placenteros, lo que explica por qué el alcohol es un "gusto adquirido".
A través del condicionamiento clásico y la desensibilización nerviosa, nos volvemos insensibles al sabor del alcohol durante la intoxicación, y sólo nos recuperamos por completo después de que se procesa el alcohol.
Oler
El olfato y el gusto están estrechamente entrelazados y procesan los mismos compuestos químicos de manera diferente. Esta es la razón por la que la comida tiene un sabor insípido cuando se tiene la nariz tapada. Ambos sentidos se vinculan con áreas del cerebro que involucran la memoria y la emoción, fortaleciendo su vínculo.
El alcohol irrita la nariz y provoca una leve inflamación. Inicialmente, actúa como vasodilatador, ensanchando los vasos sanguíneos, pero en cantidades mayores provoca vasoconstricción. Estas respuestas presionan los nervios nasales, reduciendo la sensibilidad junto con la depresión del sistema nervioso central. A corto plazo, beber puede provocar congestión; La inflamación crónica a largo plazo puede reducir la sensibilidad a los olores.
Audiencia
La gente suele hablar más alto cuando está borracha. En estado de sobriedad, los sonidos estimulan el nervio auditivo, lo que ayuda a medir el volumen del habla. El alcohol desensibiliza este nervio temporalmente, de manera similar al daño auditivo leve causado por eventos ruidosos. Con el tiempo, la exposición repetida puede agravar el estrés auditivo.
Balance
El sistema vestibular del oído interno, con canales llenos de líquido, ayuda a mantener el equilibrio al detectar el movimiento del cuerpo. El alcohol deprime el sistema nervioso central, retrasa la retroalimentación y ralentiza las respuestas a los cambios de posición. Acostarse en estado de ebriedad puede empeorar los mareos o provocar "vueltas", ya que el líquido se desplaza y el alcohol hace que los componentes vestibulares sean más sensibles a la gravedad.
Tocar
La propiocepción (retroalimentación de músculos, huesos y tendones para la orientación espacial) se ve obstaculizada por el alcohol, algo evidente en pruebas de sobriedad como caminar erguido o tocarse la nariz. El alcohol también embota la sensibilidad al tacto al ralentizar los impulsos nerviosos de la piel, el sentido más sensible del cuerpo. Esto contribuye a la inestabilidad, ya que el retraso en la respuesta del pie provoca pasos en falso y colisiones inadvertidas.
Históricamente, se utilizaba alcohol fuerte para adormecer el dolor antes de la anestesia. La intoxicación también puede causar disfunción sexual, en parte debido a la reducción de la sensación táctil.
Visión
La visión borrosa es un signo temprano común de intoxicación, a menudo con párpados pesados. Normalmente, la luz entra al ojo y viaja a través del nervio óptico hasta el cerebro para su interpretación, un proceso rápido. La intoxicación ralentiza esto, retrasando la recepción y comprensión de las imágenes.
Seguir objetos en movimiento se vuelve difícil porque los músculos oculares responden con lentitud. Las pupilas, controladas por el iris, se dilatan lentamente bajo luces brillantes, provocando malestar y cierre reflejo de los ojos. Esto perjudica el equilibrio, especialmente durante el movimiento.
Más allá de los efectos inmediatos
Los efectos del alcohol a corto plazo desaparecen en uno o dos días, pero beber en exceso y con regularidad puede provocar un embotamiento sensorial a largo plazo. Reducir o dejar el alcohol puede mejorar la salud y agudizar los sentidos con el tiempo.
Pasos sensatos para la salud sensorial
- Sintonice sus sentidos: los chequeos regulares con un médico pueden detectar problemas sensoriales y respaldar los objetivos de salud.
- Dejar de fumar o reducirlo: reduzca conscientemente el consumo de alcohol y observe los cambios sensoriales.
- Explore alternativas sin alcohol: pruebe los cócteles sin alcohol para obtener bebidas sabrosas sin efectos adormecedores.
- El conocimiento es poder: aprenda sobre los impactos más amplios del alcohol para fortalecer la resolución de salud.
- Busque apoyo, comparta fortalezas: confíe en familiares, amigos o profesionales para que lo alienten.
- Huele las rosas: aprecia las alegrías sensoriales diarias y practica la gratitud por una vida sin alcohol.
Pensando en el futuro
Comprender los efectos del alcohol en los sentidos nos permite tomar decisiones más saludables. Reducir o dejar el alcohol mejora el bienestar general. Quitemate puede ayudarle a comprender su relación con el alcohol y desarrollar un plan para lograr sus objetivos. ¡Juntos podemos triunfar!
Published
January 01, 2024
Monday at 7:24 PM
Reading Time
7 minutes
~1,204 words
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